Hoy leí un articulo publicado en Chiletech.com por Aníbal Flores, el cual copió literalmente para compartirlo y debatirlo con ustedes, en lo personal estoy absolutamente de acuerdo con el articulo.
Cuando el tema de la mensajería instantánea comenzó a producir algunos problemas de productividad al interior de la empresa, la primera idea que se me vino a la cabeza fue clasificar al MSN Messenger, al Yahoo! Messenger o al ICQ cómo una “herramienta perversa”, que en un principio parece conllevar grandes ventajas como la conectividad, instantaneidad, comunicación, etc., pero que finalmente se transforma en una alegoría al ocio y la distracción en horas de trabajo.
Cuando el tema de la mensajería instantánea comenzó a producir algunos problemas de productividad al interior de la empresa, la primera idea que se me vino a la cabeza fue clasificar al MSN Messenger, al Yahoo! Messenger o al ICQ cómo una “herramienta perversa”, que en un principio parece conllevar grandes ventajas como la conectividad, instantaneidad, comunicación, etc., pero que finalmente se transforma en una alegoría al ocio y la distracción en horas de trabajo.
A esto se le podría llamar “incentivos perversos”: medidas, que en un principio se toman para beneficio de una empresa y luego, se transforman en un problema, que perjudica en vez de ayudar.
La verdad es que con el tiempo me he dado cuenta que la implementación de este tipo de software al interior de una compañía no puede ser mirada como blanca o negra, sino que está llena de grises, por lo cual su incorporación al flujo laboral dependerá de la “realidad empresarial” a la que se refiera.
En primer lugar podríamos implementar este tipo de programa, pero con ciertos filtros o sistemas de fiscalización que limitaran su uso para fines que no correspondieran al trabajo. El problema de esta política es que se necesitarían una gran cantidad de sistemas de vigilancia que con el tiempo se convierten en una especie de “policía informático” que no sé si todas las corporaciones estén dispuestas a solventar. Quizá en una compañía grande que posee complejas interfase de seguridad esto seria sólo una aplicación más. Pero en las medianas empresas esta solución se hace inviable.
Por otro lado, no nos vamos a morir sin Messenger... vamos a seguir funcionando igual. El problema es que en ciertas situaciones es imposible ponerse una venda en los ojos ante los adelantos tecnológicos que pueden significar una mejora en la productividad. Lo mejor es poner en la balanza la decisión y hacerse la pregunta: ¿Qué es más productivo: usar o no usarlo?
El tema no es menor. Pueden hacer una encuesta entre ejecutivos y gerentes de empresas de diversos rubros y se darán cuenta que la decisión no es fácil, ya que el principal problema es que la mensajería instantánea puede transformarse en un arma de doble filo, sino se delimita su ámbito de uso. Puede que facilite ciertas tareas, pero a su vez es tremendamente intrusiva. Está presente con alarmas visuales y sonoras. Es insistente.
Lo importante es que si se incorpora dentro del funcionamiento de los diversos departamentos de una empresa, se deben establecer ciertos límites orientados a su fiscalización, para que así, sea utilizado para fines laborales y no personales. Esto, que pudiera ser imposible, se puede, con ciertas herramientas bastante simples, que registran toda actividad en línea de los usuarios de una red interna.
Microsoft lanzó hace unos meses una aplicación de mensajería instantánea similar al MSN Messenger pero enfocado a las empresas, el cual se puede implementar en una red LAN.
Muchas compañías en Estados Unidos ya usan esta modalidad, o bien, han desarrollado software de mensajería propietarios. Pero sus ventajas y desventajas persisten, por lo cual la decisión dependerá siempre de cada empresa y de sus políticas de productividad internas, porque al final de cuentas, no hay nada más que hacer que sólo confiar en los usuarios.
La verdad es que con el tiempo me he dado cuenta que la implementación de este tipo de software al interior de una compañía no puede ser mirada como blanca o negra, sino que está llena de grises, por lo cual su incorporación al flujo laboral dependerá de la “realidad empresarial” a la que se refiera.
En primer lugar podríamos implementar este tipo de programa, pero con ciertos filtros o sistemas de fiscalización que limitaran su uso para fines que no correspondieran al trabajo. El problema de esta política es que se necesitarían una gran cantidad de sistemas de vigilancia que con el tiempo se convierten en una especie de “policía informático” que no sé si todas las corporaciones estén dispuestas a solventar. Quizá en una compañía grande que posee complejas interfase de seguridad esto seria sólo una aplicación más. Pero en las medianas empresas esta solución se hace inviable.
Por otro lado, no nos vamos a morir sin Messenger... vamos a seguir funcionando igual. El problema es que en ciertas situaciones es imposible ponerse una venda en los ojos ante los adelantos tecnológicos que pueden significar una mejora en la productividad. Lo mejor es poner en la balanza la decisión y hacerse la pregunta: ¿Qué es más productivo: usar o no usarlo?
El tema no es menor. Pueden hacer una encuesta entre ejecutivos y gerentes de empresas de diversos rubros y se darán cuenta que la decisión no es fácil, ya que el principal problema es que la mensajería instantánea puede transformarse en un arma de doble filo, sino se delimita su ámbito de uso. Puede que facilite ciertas tareas, pero a su vez es tremendamente intrusiva. Está presente con alarmas visuales y sonoras. Es insistente.
Lo importante es que si se incorpora dentro del funcionamiento de los diversos departamentos de una empresa, se deben establecer ciertos límites orientados a su fiscalización, para que así, sea utilizado para fines laborales y no personales. Esto, que pudiera ser imposible, se puede, con ciertas herramientas bastante simples, que registran toda actividad en línea de los usuarios de una red interna.
Microsoft lanzó hace unos meses una aplicación de mensajería instantánea similar al MSN Messenger pero enfocado a las empresas, el cual se puede implementar en una red LAN.
Muchas compañías en Estados Unidos ya usan esta modalidad, o bien, han desarrollado software de mensajería propietarios. Pero sus ventajas y desventajas persisten, por lo cual la decisión dependerá siempre de cada empresa y de sus políticas de productividad internas, porque al final de cuentas, no hay nada más que hacer que sólo confiar en los usuarios.