Puede que incluso sea su propio caso. Usted ha puesto todo su empeño y ha dejado lo mejor de sí para alcanzar sus metas, para avanzar en su carrera profesional o sacar adelante su proyecto y sin embargo, muchas veces se siente decepcionado por los resultados obtenidos.
Es en ese contexto en donde aparece la idea de «reinventarse». De detenerse por un momento, respirar profundo y meditar acerca de nuevos caminos, de buscar nuevas formas de ser y de hacer.
Es aquí donde se apela a la creatividad, palabra que está siempre presente cuando hablamos de cumplir objetivos, aprovechar mejor los recursos o encontrar mejores oportunidades.
Autorrealización
Sin embargo, en nuestra vida cotidiana, estamos tan poco familiarizados con la esencia y aplicación de la creatividad que en la práctica ese intento de «salir adelante» se reduce nuevamente a tratar de hacer, ahora con mayor empeño y esfuerzo algo que no está dando los frutos que se buscan.
De hecho, mayor esfuerzo, mayor energía, más recursos para lograr que las cosas sucedan como queremos, no son precisamente señales de creatividad.
La verdadera creatividad nos hace más simple el camino hacia nuestro desarrollo y nos acerca a nuestros objetivos con el menor desgaste posible.
De lo que estamos hablando aquí, utilizando palabras como objetivos, propósitos o éxito, no es otra cosa que de autorrealización.
La autorrealización implica desarrollar nuestras capacidades y utilizar nuestras energías internas más poderosas. Significa satisfacer aquellas necesidades superiores que nos impone nuestra propia naturaleza individual.
Ello es tan imperioso para nuestro espíritu, como lo son las vitaminas para nuestro cuerpo.
Esa simple idea es la que nos impulsa a pensar que la felicidad no es un estado al que se llegue por ganar una carrera en la cual competimos. Pensamos que a ella se llega por el amor y el respeto a nuestra individualidad, a todo aquello que nos hace distinto de otras personas.
Ese amor a lo que en verdad somos también se irradia para comprender a los demás y darnos cuenta que en definitiva, la autorrealización, no depende de la competitividad, sino del desarrollo de esa combinación única de genes, conocimientos, experiencias, pasiones y talentos que somos cada uno de nosotros.
Hoy, estamos convencidos que es necesario un gran cambio y por ello hemos sentido la necesidad de expresar que somos parte de una gran causa basada en los Valores del Ser.
Esos valores, según el maestro Abraham Maslow, identifican a las personas autorrealizadoras. A aquellos individuos que sienten un llamado superior que les exige tomar conciencia de sí mismos y crear las condiciones para su propio desarrollo.
Valores de las personas autorrealizadoras
1. Autonomía y autodeterminación: No necesita tratar de ser otro, sino ser mejor en relación a sí mismo. Se siente responsable y arquitecto de su vida. Para esta persona no hay culpables de sus estados negativos, pero siempre siente agradecimiento por sus momentos de felicidad. Alto sentido de la autoestima basado en la superación de temores y en la confianza en su propio actuar.
2. Integración: Tendencia a interrelacionar, unir y superar las dicotomías o contradicciones. A asumir y equilibrar el ying y el yang, los opuestos de cada aspecto de su vida.
3. Verdad, belleza y bondad: La compasión, entendida como amor por los demás y por la realidad. Búsqueda del placer estético, a través de la pureza y la transparencia. Rectitud y benevolencia. Valores profundamente democráticos. Habilidad de separar los medios de los fines. Búsqueda permanente del conocimiento y la verdad.
4. Alegría de vida: Gozo, espontaneidad, humor carente de crueldad. Estado de amor y celebración.
5. Inconformismo y habilidad para alzarse sobre las circunstancias: Búsqueda de superación. Inconformismo positivo y creador. Transgresor en el sentido de no aceptar moldes que impidan su bienestar y desarrollo. Su creatividad está al servicio de superar las condiciones adversas y crear un mundo mejor para él y para todos a quienes ama.
6. Propósito superior: Sentido de realización y plenitud. Necesidad imperiosa de cumplir un propósito que va más allá de lo cotidiano. Profunda identificación con la raza humana, sin perder su unicidad o individualidad.
7. Espiritualidad: Búsqueda de un conocimiento y emocionalidad superior. Necesidad de trascendencia. Sentido de madurez e inocencia infantil al mismo tiempo. Humildad y rendimiento ante las experiencias cumbre. Ante la maravilla de la propia existencia.
Me parecio importantante compartir este paper de Hernán Herrera y Daniel Brown
Hola Christian
Gracias por ayudarnos a difundir este material
Un abrazo
Daniel Brown